Ya había subido los primeros párrafos como un microrelato, pero de repente surgió esto. Espero que les guste.
El veneno de las rosas
Cuentan que todas las rosas eran
blancas y puras, hasta el día en el que la pálida belleza de una de ellas sintió envidia del color rojísimo en los
labios de una doncella.
Tras intentar con varios tintes
diferentes, descubrió que sólo la sangre podía igualar ese tono tan exquisito.
Desde entonces las rosas rojas son
por excelencia la flor de los enamorados, y es qué ¿Qué color podría expresar
mejor su pasión que el de la sangre?
Cuentan también que una mujer fue
seducida por el color al grado de asesinar a decenas de doncellas para colorear
de carmín todas las rosas de su jardín.
Las rosas de ese jardín nunca se
marchitaban, debido a los poderes sobrenaturales de esa mujer, pero después de
su muerte el invierno asesinó a todas sus amadas flores, que habían quedado
desprotegidas.
Entonces los pétalos muertos se desprendieron
y fueron esparcidos por el viento a lo largo y ancho del reino.
Pero algo que tal vez ni siquiera la
bruja que plantado el jardín sabía era que al convertirse en polvo y flotar en
el aire eran realmente tóxicos para los humanos que los respiraban.
Los primeros en enfermarse y morir
fueron los niños y los ancianos, después incluso hombres jóvenes y fuertes
perecieron.
Pronto resultó evidente para el rey
que la vida de todos corría peligro, por lo que decidió consultar al poderoso
brujo de su corte, quien le dijo que se trataba de una maldición causada por
las rosas teñidas de sangre y todos los habitantes del reino, incluyendo a su
Majestad y la corte real, morirían a menos que se les subministrara el antídoto.
Por suerte el anciano era una de las
pocas personas que la posición que contrarrestaba
el veneno de las rosas, pero para ello necesitaba un ingrediente que no existía
de forma natural en este mundo.
El ingrediente principal del antídoto
era una rosa azul que sólo surgiría si se le entregaba a una flor de esta especie que no estuviera
contaminada un valioso sacrificio:
Sangre azul proveniente del corazón puro de una doncella.
Existía en todo el reino una joven
que cumplía con dichos requisitos y se trataba de la princesa que había sido
enviada a un convento para recibir
educación hasta el día en que fuera desposada.
Le vida de la única princesa era un
precio bastante elevado, pero habría de pagarse para salvar al reino.
Con todo su pesar, el rey pidió a no
de sus caballeros ir por la princesa y llevarla de vuelta al castillo para ser
sacrificada.
Resultó que el joven y apuesto
caballero quedó embelesado al tener ante él a tan hermosa doncella y le causó
un terrible dolor saber que tan frágil y bella criatura estuviera condenada a
morir para salvar a su pueblo.
Cuando la joven se presentó pudo apreciar
que su voz era la más suave y hermosa que había oído nunca y que todos sus
movimientos eran tan graciosos como sólo los de alguien de la realiza podían
serlo.
Entonces le pareció terriblemente cruel y absurdo que el Creador hubiera puesto
todo su empeño para lograr una obra tan perfecta con la única finalidad de
entregarla a un destino tan terrible.
Se preguntó si la vida de los
habitantes del reino valdría el sacrificio de algo tan precioso como la sangre
de la muchacha que le sonreía gentilmente sin saber que tenía ordenes de
conducirla a su muerte.
Al escuchar que su padre la requería
inmediatamente, la princesa hizo los preparativos necesarios para salir hacia
el castillo a la mañana siguiente y sucedió como lo habían planeado.
Tres días duraba el viaje del
convento al reino de su padre, tres días bastaron para que cayera perdidamente
enamorado de ella.
Obscuro como una noche sin luna y
frío como todos los inviernos que ha visto la humanidad reunidos en uno, así
era el abismo del amor en el que se había sumergido para quedar atrapado sin
remedio.
Pero el cruel destino le tenía
deparada una última desgracia, al ser él
a quien le habían encomendado ejecutar
con su espada la terrible resolución que salvaría a los súbitos de Su Majestad.
Contempló la flor que por conducto
de la sangre real adquiriría el poder de curar a quienes habían sido
envenenados.
Ciertamente era un digno ejemplo de
pureza y belleza, pero no era rival en ninguna de esas cualidades para la joven
princesa y estaba convencido que no se volvería más hermosa que ella aunque
cambiara de color.
Así el corazón del caballero decidió
que la vida de la mujer que amaba- por que en el instante en que reconoció amarla
dejo de ser su soberana y se convirtió en mujer- era infinitamente más valiosa
que la vida de todo el pueblo al que había jurado proteger, aunque la razón
dijera otra cosa.
El sentido del deber, toda la
lógica, el código de honor que siempre había venerado, el propio instinto de supervivencia…
nada pudieron contra el amor que lo había arrasado todo apenas nació y el joven
tomo a la princesa para huir con ella lejos de la muerte a la que habían
condenado debido a su inocencia y lejos de la terrible maldición de las rosas.
No llegaron muy
lejos antes de ser sorprendidos por los hombres que él rey había enviado
a evitar su escape y poco después la princesa
empezó a mostrar síntomas de envenenamiento.
Él caballero que había intentado
salvarla depuso sus armas al instante, dispuesto a ser ejecutado por su
traición y fallecer junto a la mujer a la que amó más que la vida de cientos de
sus hermanos.
En cuestión de segundos la princesa
murió y con ella la esperanza de todo el reino.
Aquel hombre valiente derramó una
lágrima por primera vez desde que tenía uso de razón, deseando desde el fondo
de su corazón en ruinas que las tropas del rey no tardaran demasiado en matarlo
por el crimen que había cometido.
Pero en lugar del ruido del metal
escuchó la voz del brujo del rey, quien pronuncio una maldición terrible que lo condenaba a cumplir inevitablemente la
orden de provocar con su propia mano la muerte de su amada princesa la próxima vez
que se encontraran.
Tras haber decretado tan fatal
suerte, el brujo dio la vuelta y ordenó que lo dejaran sólo hasta morir
envenenado igual que al resto del reino.
Por eso, ¡Oh mi amada!, no puedo
permanecer cerca de ti aunque me duela igual que ser quemado en el infierno
cada segundo que paso lejos de ti.
Aunque después de los nacimientos y
muertes que has sufrido a través de los siglos ya no corra en tus venas la sangre
azul que hubiera salvado a las almas que ahora nos condenan, no ha perdido su efecto el veneno de las
rosas y la maldición por la que he de causar tu muerte sigue vigente.
Aún si tu sangre ya no es azul no puede conferir a una simple rosa el poder
de salvar a todo un reino, sigue siendo para mí más valiosa que todas aquellas
vidas que por la tuya estuve dispuesta a sacrificar y para protegerla bien vale
la pena derramar la mía.
Hasta nunca, mi amada princesa, está
vez seré el primero en partir y a pesar de saber que mi muerte poco podrá contra
la maldición impuesta por el brujo, me contentaré con que salve tu vida por
esta vez.