viernes, 21 de noviembre de 2014

Causa y efecto



Una pequeña aclaración: Este cuento o como prefieran llamarle está basado en la versión original de "La Sirenita" en la que la sirena se arroja al mar y se convierte en espuma, aquí hablo acerca de lo que pasó después de eso.

                                                           Causa y efecto

Cuando a la mañana siguiente de su boda  la buscó por todo el barco sin encontrarla, se cuestionó por primera vez la naturaleza y la magnitud de sus sentimientos hacia ella.

Ordenó a toda la tripulación buscarla hasta en el ultimó rincón y mandó también una lancha a buscarla en las aguas cercanas al barco, pero ninguna de estás acciones dio resultados.

Al ver que sus esfuerzos eran completamente inútiles, la antes impensable posibilidad de no volver a verla nunca aparecía ante sus ojos como un futuro inminente y la desesperación que eso le producía le hizo darse cuenta lo que sentía por esa encantadora joven iba mucho más allá de la simpatía.

Siempre había sospechado una misteriosa relación entre su amada y el agua, la encontró en una playa y se perdió a bordo de un barco, así que definitivamente era el mar donde debía buscarla.  

Una vez aclarado eso poco le importó estar casado con otra mujer o sus responsabilidades como heredero al trono, lo dejo todo para embarcarse en busca de la muchacha.

Durante muchos años los increíbles esfuerzos del joven príncipe fueron en vano, sin embargo se sentía incapaz de rendirse, pues era preferible morir buscándola que resignarse a pasar el resto de su vida sin ella.

Luego de un tiempo, el joven que navegaba buscando a una mujer, incluso cuando había imponentes tormentas, empezó a llamar la atención de las criaturas marinas  y fue inevitable que los rumores llegaran hasta el palacio submarino, que se encontraba sumido en la tristeza desde la muerte de la más hermosa de las princesas.

Estas habladurías llamarón la atención de una de las princesas, quien se preguntó si era posible que el joven que vagaba en el mar buscando a su amada fuera en realidad el príncipe que causó la muerte de su hermana menor.

En un principio sentía un  gran resentimiento, pero al escuchar decir a todas las criaturas que lo habían visto que el profundo dolor había deformado permanentemente el semblante del príncipe, sintió compasión por él y decidió que al menos tenía derecho a saber lo que realmente había pasado con la princesita.

Así pues, una noche la mayor de las hijas del soberano de los mares se acercó al barco del príncipe, decidida a hablar con él.

El muchacho escuchó una voz femenina que lo llamaba y su corazón se detuvo al imaginar que podía tratarse del objeto de su amor, al que llevaba tanto tiempo buscando.

Corrió hacia la borda, en la dirección de la que venía la voz, pero la mujer que encontró, hundida en el mar hasta los hombros, no era la que esperaba ver.

-¿Quién eres?

-La hermana mayor de la mujer que estás buscando.

Respondió en tono calmado y solemne.

-Si lo que dices es verdad y sabes donde se encuentra, te suplico que me lo digas.

-A eso he venido, pero me temo que no va a gustarte lo que tengo que decirte.

Llegado a este punto la monarca da un majestuoso salto fuera del agua, de modo que todo su cuerpo queda expuesto ante los ojos del muchacho humano.

-¡Oh Dios mío! ¡No eres humana!

-Así es, Príncipe, soy una sirena, al igual que mi hermana.

- ¡Mentira! Yo mismo la vi caminar en dos piernas, como los seres humanos.

-Lo sé, y no te imaginas el precio que pagó por esas piernas. Hace ya algunos años, cuando mi hermana obtuvo el permiso para subir por primera vez a la superficie, quedó prendada de un joven príncipe al que salvó de ahogarse luego de que su barco fuera hundido por la tormenta.

El humano quedó absorto por lo que acaba de escuchar ¿Seria posible que en realidad lo hubiera salvado ella y no la princesa con la que se casó?

-El príncipe nada sabía de eso, pero mi hermana fue incapaz de seguir viviendo sin volver a verlo, por lo que acudió con la bruja del mar para pedirle que la ayudara a reunirse con él, y así lo hizo, la bruja le concedió un par de piernas para poder andar entre los seres humanos, pero el costo fue muy elevado: La preciosa voz de la hija del rey del mar y la terrible condición de que si ese joven llegaba a desposarse con otra mujer, ella moriría a la mañana siguiente de la boda.

El joven tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no romper a llorar al comprender que él, en un acto de estupidez,  había asesinado a la mujer que amaba.

-El resto de mis hermanas y yo nos enteramos y acudimos de nuevo a la bruja para rescatarla, a cambio de nuestro cabello nos entregó una daga con la que la más joven de nosotras debía atravesar el  corazón del ingrato príncipe y untar su sangre en sus piernas para volver a ser sirena y poder reunirse con nosotras, pero ella, que fue capaz de sufrir en silencio para estar a su lado, prefirió morir que atentar contra la vida del hombre por el que había renunciado a todo.      

Llegado este punto, el príncipe no pudo contener el llanto y cayó de rodillas.

-¡Oh, mi Dios! Merecido hubiera tenido haber sido asesinado con esa daga para salvarla,  perder para siempre a la mujer que amo es mi castigo por buscar en otra parte lo que siempre estuvo a mi lado. No fue hasta que desapareció que me di cuenta de lo que sentía por ella y lo deje todo para salir a buscarla, pero ahora que sé que solo volveré a encontrarla en el otro mundo, no me siento con fuerzas para seguir viviendo.

Dicho esto, príncipe se acercó a la borda, dispuesto a arrojarse al mar, como lo había hecho la más joven de las hijas del monarca de las profundidades en su último momento.


-Si decides terminar con tu vida, no pienso detenerte, no obstante debes saber  que eso no te servirá para reunirte con mi hermana, ya que, por desgracia, las sirenas no tenemos un alma inmortal.

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